Twitter, la red social que comenzó como una plataforma de microblogging el 21 de junio del año 2016 y que tenía una restricción de 140 caracteres por tweet, se ha convertido en una herramienta clave para activistas, gobiernos y personas comunes y corrientes durante periodos de crisis, tanto locales como internacionales.
Esto se debe a que es una plataforma abierta que ha sido utilizada para expresar opiniones de forma oficial, brindar información y activar algunos de los movimientos político-sociales más importantes de la década pasada como fueron la primavera árabe, los cacerolazos argentinos, y más recientemente, lo acontecido en Chile a inicios de octubre 2019.
Uno de los últimos casos en los que pudimos presenciar cómo Twitter fue clave durante un conflicto, fue el martes 6 de enero de este año, en el que de acuerdo al experto en medio oriente, Ilan Goldberg, el desescalamiento del conflicto entre Irán y Estados Unidos se atribuyó a la comunicación efectuada vía tweets entre el ministro del interior iraní, Javad Zarif, y el presidente estadounidense, Donald Trump.
Sin embargo, al hablar de momentos de crisis, a mi juicio, las aplicaciones de mensajería instantánea como Messenger, Whatsapp, Telegram, Wechat Skype, han jugado un rol mucho más importante al momento de que esta explota.
Bajando puntualmente a lo vivido desde el 7 de octubre de 2019, Whatsapp dejó de ser una simple aplicación para convertirse en una verdadera herramienta para la gente. Primero que nada, porque esta aplicación es para contactos con los que realmente uno quiere comunicarse, a diferencia de aquellos que uno añade o sigue en redes sociales, tanto en modalidad uno a uno como en grupos.
En segundo lugar, porque Whatsapp ha probado ser ubicua, ya que mientras que no todo el mundo está en redes sociales o no utilizan otras apps de mensajería instantánea, salvo en China y algunos otros países asiáticos, Whastapp puede ser encontrada en casi todos los smartphones sin importar su sistema operativo o marca.
En tercer lugar, porque es a través de esta aplicación que la gente compartía los mensajes de coordinación de marchas, bloqueo de calles, paro de estaciones del metro, videos de los saqueos e incendios, así como información clave de movilidad y otros tópicos; esto incluye tanto mensajes directos, como memes y publicaciones en redes sociales que podían venir en formato link o screenshot.
Por cuarto, y último lugar, porque todos los mensajes enviados por Whatsapp son encriptados. Esto implica que al no estar en una plataforma abierta -como sí lo puede ser una red social-las conversaciones son imposibles de monitorear; tanto en volumen como en contenido.
Uno de los casos más interesantes con respecto a las plataformas de mensajería que vivimos en Chile fue el de Telegram, que si bien fue lanzada el 14 de agosto del año 2013, se convirtió en la plataforma oficial de comunicaciones de las comunas a raíz de la explosión social. A la fecha, todas las comunas que sigo a través de esta aplicación, envían mensajes diarios acerca de la seguridad, planes de inclusión, y hasta promoción de eventos culturales.
Por cierto, cuando consideramos que Facebook, seguido de Instagram, es la red social con mayor participación de mercado en Chile (y occidente) en cuanto a usuarios y presupuestos de inversión publicitaria, y que es ahí donde se hacían re-posteos de publicaciones, noticias, links a canales de Twitter oficiales, memes, entre otros, y que Whatsapp (e Instagram y Messenger) son propiedad de Facebook, quizá el título de esta nota debería de cambiar por “Facebook (compañía) en nuestros día a día”.
Por Fabián Baldovinos, Chief Operating Officer de Reprise