Y como en los mejores films al estilo M. Night Shyamalan, el celebérrimo y despiadado Covid 19, vino a colocar un giro argumental de imprevisibles consecuencias en sus saltos de salivas a bocas. El relato pandémico con el que será conocido nuestro siglo, si es que logramos avanzar a uno más, tenía finalmente varias cartas guardadas bajo… la mascarilla.
Pero antes, un antecedente preliminar:
Como es sabido por los más duchos en la historia de la ingeniería computacional, Xerox con su Alto de 1972 y luego IBM con su PC de 1981, no lograrían en el largo plazo ser lo suficientemente “amigables” como para convencer con sus virtudes a la típica familia media americana (de USA no de América), tanto así que, en otro punto de giro histórico, pero esta vez con una palanca y fulcro escondido detrás de su apariencia ñoña, Bill Gates revolucionaría el concepto de software con sus “ventanitas”, mientras Steve Jobs le increparía a la cara durante años su plagio descarado.
Hace exactamente 35 años, el mismo Jobs, cuando no usaba zapatos y se bañaba poco, soñaba con colocar un computador en cada familia del mundo. Diversidad de tareas de productividad doméstica ahora podrían ser asumidas hasta por un niño en una Macintosh, automatizando procesos que antes debían realizarse a punta de libretas y bolígrafos, máquinas de escribir, calculadoras, y los menos afortunados, usando todos los dedos de las manos y de los pies con tal de sumar.
Con algo menos de 50 años desde la inauguración de estas historias llenas de ingenio y vituperios, ya no se discute que en un artefacto de 0,0009 mt. cúbicos; PC o Mac, hoy es posible calcular cifras inconmensurables, filtrar listas infinitas, desarrollar miles de iteraciones, insuflar cuentas corrientes (boicotearlas también), visionar Cobra Kai, jugar en línea, consultar bibliotecas en Indonesia o videoconferenciar con astronautas a 340.000 mts. de altura. Entretanto, con miles de millones de dólares más o miles de millones de dólares menos (una bicoca), el ahora filántropo y bibliófilo Gates y la viuda de Jobs, Laurene Powell (la 4ª mujer más rica del mundo), con toda probabilidad han tenido que usar, al igual que cualquier hijo de vecino, uno que otro barbijo (claro que de grafeno), por último para la foto.
Visto así el fenómeno, este Covid 19 habría venido a ser un catalizador del futuro, un adminículo biológico que sigue transformando al mundo entero en una especie de Placa de Petri cibernética y que ha permitido constatar que: ¡El teletrabajo es viable, eficiente y cómodo! Lo que se venía sospechando desde los últimos años, ahora por fuerza mayor, es una realidad indesmentible y conclusiva. Todo, gracias a los cerebros insignes que hoy desde Silicon Valley dictan los nuevos estándares de la vida y comunicación moderna. Pero del mismo modo en que la lluvia moja, todo tiene su precio.
Como si fuera un parto, pronto se cumplirán 9 meses desde el inicio de un aislamiento que nos colocó a todos en jaque y con distancia controlada; sacando permisos virtuales, pidiendo comida por aplicaciones y esperando ver “Tenet” por Popcorn Time (¡Qué horrible!). Y aunque a algunos les ha venido bien el claustro, el común de las personas, muchas de ellas sin trabajo o con ingresos dramáticamente deprimidos, no han tenido más remedio que repetirse la vida durante días, semanas o meses entre cuatro paredes, sin subirse al DeLorean o compartir créditos con Bill Murray.
Ya han aparecido varias encuestas y estudios de opinión que explicitan que un montón de gente (afortunados todos por el solo hecho de tener trabajo) desearía mantenerse tecleando en casa y afinando backgrounds psicodélicos por Zoom. Pero seamos honestos, lo que parece tan fluido, innovador y preclaro, nos mantendrá en nuestras casas-oficinas sin
diferenciar horarios de trabajo y de ocio, hará subir los ingresos de Enel como la espuma, y lo que es peor, nos imbuirá en una catalepsia virtual; sin darnos las mano, sin besos, sin mirarnos a los ojos de forma directa, sin compartir un tenedor, sin beber de un mismo vaso.
Tal vez los computadores jamás debieron ser más pequeños que un refrigerador, ni salir de las grandes compañías. Quizás nos habría venido bien seguir contando con los dedos, incluso de quienes nos rodearan y pudiéramos abrazar.
ESCALA MACIMÉTRICA
¡Hurras y Vítores!
Para todos los que han podido equilibrar trabajo y descanso en estos meses. Aunque probablemente hablemos de una cifra de 1 dígito, por cuadra.
Chapó
Para los hombres que además de sentarse frente a un computador, también cocinan, recogen platos, los lavan y guardan, y quizás barren. Todo ejecutado con infinito gozo. ¿Ciencia ficción?
Okey… Aprobado
Para Eric Yuam fundador de Zoom (ya habrán notado lo limitante de Teams o Meet).
Maometano, no more
Para los que no encienden su cámara (ni para saludar).
Sopa de Natre
Para los jefes que envían WhatsApps después de las 18:00 hrs.
Tumor Yoda
Para los porfiados que no usan mascarilla y sufren de ataques “conspiranoicos”.
Yogurt de Ajo
Para VTR, ¿es necesario que explicite?
Por Maciel Campos /@anilparcam