Sabemos que mantenerse activo es beneficioso en cualquier etapa de la vida del ser humano, porque permite mantener una mejor salud física y mental, aun si se tiene alguna enfermedad o afección. En el caso de las personas mayores, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en conjunto con la Organización Mundial de la Salud (OMS), recomienda que realicen algún tipo de actividad física con regularidad.
En este escenario, gimnasios Sportlife realizó una encuesta entre sus suscriptores mayores de 60 años, hombres y mujeres, la que arrojó interesantes cifras: el 32% cree que el ejercicio los hace sentirse activos día a día, el 27% que influye en su salud mental, un 20% siente que mejora el estado de ánimo, y un 21% piensa que los ayuda en actividades de rutina, como subir escaleras, levantar pesos y en el movimiento diario.
“La sugerencia es que, semanalmente, los mayores de 60 años realicen entre 150 y 300 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada, o entre 75 y 150 minutos vigorosa, o bien una combinación equivalente de actividades de intensidad moderada y vigorosa, con el fin de obtener beneficios notables para la salud”, señala Victor Muñoz, líder fitness de
Sportlife.
Los principales beneficios de la práctica regular de ejercicio físico en las personas mayores, comprobados científicamente, son:
Disminuye la incidencia de enfermedades cardiovasculares.
Reduce el riesgo de síndrome metabólico.
Desciende la incidencia de obesidad y diabetes tipo II.
Disminuye la pérdida mineral ósea.
Previene el riesgo de fracturas.
Favorece el fortalecimiento muscular, mejorando la funcionalidad física y disminuyendo el riesgo de caídas.
Refuerza el sistema inmune.
Reduce la incidencia de algunos tipos de cáncer (especialmente los de mama, colon y páncreas), y mejora la recuperación física y emocional tras la superación del mismo.
Desciende el dolor musculoesquelético asociado al envejecimiento.
Protege frente la osteoartritis.
Conserva e incrementa la función cognitiva.
Protege frente al riesgo de desarrollar demencia o Alzheimer.
Incrementa la funcionalidad física favoreciendo una mejora de la autoeficacia y autoestima.
Disminuye la prevalencia de depresión, ansiedad y otras enfermedades mentales.
Favorece la cohesión e integración social.
“Las personas mayores deben priorizar el entrenamiento de fuerza y los ejercicios de estabilidad, coordinación y equilibrio; de esta manera se estimula el sentido de orientación y control corporal, disminuyendo el riesgo de lesión en tareas cotidianas como caminar”, explica Muñoz.
También es clave estimular la flexibilidad y realizar ejercicios de estiramientos, los que mejorarán los rangos y posibilidades de movimiento.
“Otra opción es practicar las llamadas rutinas de cuerpo y mente, como meditación o yoga, que combinan posturas físicas con ejercicios de respiración, relajación y movimiento. Lo principal es que sean actividades que disfruten y que no se sientan obligados a realizarlas”, finaliza.