“Las expectativas establecidas en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible están en peligro” advirtió recientemente la ONU en el Informe de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2022 (ODS). Y claro que lo están. En un mundo cada vez más desafiante en términos de conciencia medioambiental, la guerra de Ucrania, la pandemia COVID-19, entre otros factores, han retrasado la urgente necesidad de una transición a economías más verdes. A esto, le sumamos el cambio climático, que actúa como “un multiplicador de crisis”, y sus devastadores efectos van en aumento. A siete años de haberse pactado los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ellos “están lejos de ser cumplidos”, declaró la ONU.
Y las empresas, ¿cómo lo abordamos?, ¿qué hacemos al respecto?
El cambio climático es un desafío planetario que requiere acciones conjuntas por parte de actores públicos y privados, y estos últimos no pueden cesar sus esfuerzos cuando su voz no es escuchada en el sector público. Adoptar la sustentabilidad como un pilar estratégico del negocio permite influir en la cadena de valor y en los compromisos, generando un efecto cascada.
Y para lograr este cambio es esencial innovar y cambiar el paradigma de desarrollo, poniendo foco en los ODS. En el caso de las industrias, es fundamental invertir en tecnologías y capital humano orientados a contribuir con la protección del medio ambiente, el uso de energías renovables y reducir el consumo de agua y residuos industriales, entre otros.
La influencia y transformación que es capaz de generar una empresa puede tener alcances enormes. Éste fue el caso de la eliminación del tolueno de los adhesivos en los años 90, iniciativa desarrollada por Henkel, multinacional alemana líder en la industria de adhesivos en nuestro país desde hace más de tres décadas, y la cual se convirtió en una política de salud pública en Chile.
Fomentar el desarrollo sostenible, la economía circular y el progreso de las zonas extremas de Chile, fueron algunas de las razones por las que Henkel decidió abrir recientemente una nueva planta en Antofagasta, con operaciones diseñadas para generar un impacto positivo en el entorno. Por ejemplo, el 99% de los productos estarán constituidos de materia prima elaborada por proveedores de la región y se eliminarán cerca de 400 viajes anuales entre Santiago-Antofagasta y Antofagasta- Santiago, contribuyendo así a la reducción de la huella de carbono. Posteriormente se abrirá una planta en Arica, la cual tendrá las mismas características y objetivos.
Esperamos que iniciativas como ésta inspiren a los diversos actores de la industria a actuar en conjunto para la creación de un nuevo ecosistema, que sea reconocido por el fomento y aporte a la sostenibilidad de nuestro país y que las empresas promovamos activamente que el “desarrollo sostenible”, sea efectivamente sostenible.
Por Natalia Pardo Krell / Gerente de Comunicaciones Corporativas Henkel Chile – Argentina