Uno de los grandes beneficios que representa la masiva cobertura y uso de Internet alrededor del mundo, está relacionado con el acceso a informaciones de las más diversas índoles de forma casi instantánea. Sin embargo, es este mismo componente de rapidez el que se ha ido transformando, paradojalmente, en un factor tan poderoso y perjudicial, que ha tenido impacto directo en áreas tan relevantes como las elecciones presidenciales en países como Brasil y Estados Unidos.
Durante 2018, Whatsapp cerró al menos 100 mil cuentas vinculadas a spams o noticias falsas y Facebook firmó acuerdo con más de 35 medios de comunicación (incluyendo AFP) para evitar este tipo de notas. Éstos son ejemplos concretos de cómo las grandes compañías de comunicación o informaciones están tomando medidas ante una tendencia que pareciera no detenerse, al menos en un futuro próximo.
Desde una mirada general, las noticias falsas surgen desde un rumor. Y si bien sabemos que estos no pueden ser considerados como una noticia, al menos desde el punto de vista periodístico, estos comentarios “entre pasillos” apelan muchas veces a una emocionalidad en quien la crea, compartiéndola entre sus contactos, quienes también se sienten tocados en algún aspecto, y proceden a compartirla. El proceso se puede repetir de forma infinita, generando esta viralización de informaciones erróneas. Existe un alto grado de emocionalidad asociado a la distorsión de la realidad y es por eso que logra, en determinadas ocasiones, cierta viralidad.
En este ecosistema, en donde los medios tradicionales se ven fuertemente influenciados por las conversaciones en redes sociales, se generan condiciones en donde estas noticias falsas encuentran asidero, generando incluso que muchas veces sean ellos mismos los que deben retractarse. Sin embargo, la mera exposición de una noticia falsa, independiente de la eventual retractación posterior, es muy atractivo para diferentes organizaciones que buscan sacar crédito político o social de alguna descalificación o alguna tendencia que no necesariamente sea cierta.
Frente a este escenario resulta imprescindible saber cómo reconocer una noticia falsa. Lo principal es consultar la fuente. Hoy es muy simple montar un sitio web con una URL que parezca seria y comenzar a difundir fake news. Los usuarios no verificamos, usualmente, el origen de lo que leemos, porque hemos sido educados para confiar en un gran número de fuentes. Por esto, es recomendable comprobar si medios reconocidos también lo han comunicado. Esto no solo nos da tranquilidad frente a algo que nos puede alertar negativamente, sino que, al realizar este ejercicio, contribuimos a no seguir expandiendo este tipo de informaciones. Una clave: que un amigo lo haya compartido en redes sociales,por mucha confianza que tengamos en él, no necesariamente significa que sea cierto.
Hoy existen diferentes esfuerzos de parte de los principales actores de la industria, en especial los fundadores de las redes sociales más populares del mundo, para establecer procesos de validación de medios, fuentes confiables y adicionalmente barreras para que los usuarios eviten caer en esta práctica. Facebook, por ejemplo, está analizando los perfiles y páginas con mayor grado de viralidad y engagement para comenzar a hacer seguimiento del contenido que se comparte. Esto le dará la posibilidad a que personas normales, medios formales y marcas recuperen un poco el espacio que han ido perdiendo.
Sin embargo, el trabajo se ve arduo y sostenido en el tiempo, pues las fake news se han transformado en un arma poderosa para conseguir condicionar comportamientos y decisiones de la población en general. Luchar contra las noticias falsas hoy es fundamental para evitar tomar decisiones o construir cualquier tipo de proyecto desde una base irreal. Y en los tiempos que corren, debe ser un compromiso urgente de todos.
Por Horacio Garay, Digital Manager de Cheil