Como trabajadores de la industria del marketing, todos hemos podido notar y vivir los cambios y la rapidez en que hemos tenido que adaptarnos a nuevas tecnologías, tendencias y formas de comunicar.
Antes de que las redes sociales se volvieran un medio concreto para vender, se utilizaban rostros icónicos para representar a las marcas: actores, animadores, modelos, etc. Pero en los últimos años esto ha sufrido un gran cambio. Y es que pasamos a trabajar con los llamados “influencers”.
Se trata de personas naturales con gran cantidad de “followers”, que representan a diferentes nichos con sus propios gustos e intereses. Por esto, su participación en campañas ha ido en aumento y se ha vuelto parte fundamental en el flujo de la publicidad, ya que estos seguidores representan al público objetivo al que se quiere llegar. Y con una sola buena recomendación, podemos conseguir que todo un grupo de personas quiera probar y comprar un bien o servicio.
Trabajar con los influenciadores tiene distintos beneficios. Generalmente son ellos mismos quienes generan su contenido, por lo que no quiebran la ilusión de lo orgánico al subirlo a sus feed. Con sus propios recursos audiovisuales graban, editan, arman los textos, el copy y además son rostros.
Además, son comunicadores directos con nuevo público y el puente para conectar con las nuevas generaciones que ya no priorizan la televisión: las redes sociales son su método permanente de entretenimiento, compras, interacción y hasta de información.
Así, se vuelve fundamental seleccionar de manera efectiva a esa persona que nos va a ayudar a hacer crecer una campaña, ya que ponemos en sus hombros una gran responsabilidad; cualquier error podría jugarnos en contra.
¿Serán un recurso duradero o momentáneo? No lo sabemos. Lo que sí conocemos es que la publicidad va cambiando constantemente, y que la única manera de hacer crecer una marca es mantenernos actualizados en tendencias y tecnologías, para así lograr ser pioneros en propuestas y transformaciones digitales. Como profesionales de las comunicaciones, no podemos perder el foco de lo estético por priorizar lo rápido y sencillo. A pesar de que los influenciadores son un muy buen recurso, y se puede trabajar de muchas maneras efectivas con ellos, siempre deben ser un complemento y no el todo. Nada reemplaza el resultado de lo bien trabajado y la prolijidad en los resultados (en torno a encuadre, foco, iluminación, sonido, entre otros elementos).
Encontrar el equilibrio es nuestra tarea y tenemos que tomarlo en cuenta para así no convertir la publicidad en redes sociales en una especie de “fast food”.
Por Sofia Vallejos / Productora Ejecutiva Audiovisual de Raya