Miro por la ventana pensando en cuántas personas estarán haciendo lo mismo que yo por culpa del maldito Coronavirus. Pero bueno, no queda otra que seguir esperando, mientras mis pensamientos son acompañados por las agradables cuerdas del violín de Itzhak Perlman. Es maravilloso cuando un músico, como el de la categoría de Perlman, logra una sincronía que transporta a otros mundos y momentos. Eso me hace reflexionar que lo que puede unir a la música con un relato es la sincronía, porque los que nos dedicamos a la construcción de relatos de marca debemos crear una sincronía narrativa del mismo modo que un violinista o un pianista toca su instrumento. Eso refuerza mi creencia de que no es llegar y construir un relato, porque un relato es una serie de acontecimientos armoniosos que son hilados de manera tan perfecta que cualquier “desafinación” en la historia puede hacer que no quede creíble.
Para eso se requiere de una reflexión profunda en cada uno de los relatos que creamos y un ensayo diario para que nuestras historias no desentonen. No es por fruto del azar. De hecho, se me viene a la mente aquella frase del pianista austriaco Arthur Rubinstein cuando decía “si dejo de tocar un día, lo noto yo; si dejo de tocar dos, lo notan mis amigos; y al tercer día, lo nota el público”. Es decir, la sincronía se logra con rigurosidad al momento de interpretar una obra.
Un gran relato, escrito con una sincronía narrativa es un deleite para las personas y eso hará que no solo acepten nuestra historia, sino que la hagan suya y la difundan a los demás. Incluso hasta el mismísimo pianista austriaco Frédéric Chopin, hacía una analogía entre la música y el lenguaje al plantear que “nosotros utilizamos los sonidos con el fin de hacer música, como usamos las palabras con el fin de crear el lenguaje”. ¡Cuán cierto es esto cuando nos ponemos a escribir y posteriormente contar un relato!. Cada palabra que usemos, debe despertar emociones en las personas, porque sin emociones no hay un significado.
Lisa Cron, en su libro Enganchados a los Cuentos (2014) lo deja claro al decir que “si no sentimos, no somos conscientes. Por lo que la emoción determina el significado de todo”. Y justamente ese es el secreto de un relato, que todos los cuentos se basan en la emoción. Si una persona no siente, no seguirá leyendo o escuchando un relato. Por lo tanto, antes de comenzar a construir un relato debemos preguntarnos ¿qué es lo que emociona a una persona?, porque de eso va a depender el tipo de historia que le contaremos. ¿queremos que se alegre? ¿generar nostalgia? ¿producir una sensación de tranquilidad? ¿hacerla reflexionar? Solo sabiendo eso podremos generar una sincronía narrativa adecuada para lograr el objetivo.
Pero también influyen otros factores, como saber lo que realmente desea escuchar una persona. Conocer el contexto en el cual enfocaremos nuestro relato. Saber el momento exacto para contarlo y quién lo contará. ¡Todo afecta en la sincronía narrativa!. Porque cuando una persona está alegre, no escuchará una melodía que la desconecte con su emoción.
Cada acorde de nuestro relato está pensado estratégicamente para lograr esa armonía. Antonio Nuñez, a quien ya he mencionado en otras columnas y a quien considero uno de los grandes “músicos” del storytelling actual dice en su libro Storytelling en una semana que “en un relato siempre hay un orden, una estructura para presentar y dosificar la información que proporcionamos al que nos presta atención”. Así es, todos los que nos dedicamos al mundo de los relatos para el éxito de los negocios, necesitamos nuestras propias partituras en las que estén plasmadas cada una de las notas que lograran esta sincronía narrativa.
En cada relato que construyamos debemos tener la información necesaria para generar nuestro objetivo final. Ser sutiles, no tener demasiada información que termine estresando a la persona a la que irá dirigido el relato y tampoco, que nos falte contenido, que haga que nuestro relato quede débil y poco atractivo.
Por eso, antes de empezar a componer un relato y contárselo al mundo, recuerda que una historia debe tener un fundamento sólido y elementos que la hagan armoniosa, que ayuden a que una persona visualice a futuro u otras veces al pasado. Sea lo que sea que queramos lograr debemos tener claro que sin sincronía narrativa no es posible crear un sentido, ni menos cautivar a los demás.
Por Claudio Seguel, CEO Brandstory