Una agencia de video y marketing con sello personal.
Detrás de un hombre de pelo largo, brazos tatuados y look metalero, se encuentra el artífice de tres marcas de post producción audiovisual, marketing digital y fotografía y video de moda: Kolmillo, Karnivoro y Karonte, respectivamente.
Alejandro Arias, ingeniero informático de profesión, es originario de Valdivia y llegó a Santiago para terminar de grabar el disco de su banda de Black Metal, sin saber que se proyectaría de forma profesional en esta ciudad. Estuvo cinco años trabajando en un departamento de marketing de una reconocida empresa de instrumentos musicales, años en los cuales paralelamente se especializó en 3D y comenzó a vincularse al mundo de la publicidad y la post producción. “El 2010 decidí independizarme y el año 2012 comencé a formar mi empresa con mi primera marca: Kolmillo”.
El nombre Kolmillo tiene como fuente de inspiración al lobo, animal cauteloso, que estudia las situaciones, trabaja en equipo, respeta las jerarquías, la lealtad y la confianza y el colmillo es su arma, su defensa y su ataque.
“Yo veo a un lobo como el arte en sí y a su colmillo como la creatividad, yo soy un humilde servidor del arte tratando siempre de seguir mi concepto artístico y siendo fiel al estilo, con el conocimiento y la creatividad como armas”, cuenta Alejandro.
Karnivoro, boutique creativa de branding digital, se crea posteriormente por una necesidad de muchos clientes de Kolmillo que requerían diseño gráfico, branding, desarrollo de sitios web y servicios de marketing digital. Según Alejandro, Karnivoro, tiene que ver con la parte predatoria de subsistencia de un lobo. Por último, el 2020 nace Karonte, fotografía y video orientado a la moda publicitaria. “Karonte, es una marca que se está posicionando bastante bien, era un nicho absolutamente nuevo para mí, yo venía del área VFX, de hacer cosas totalmente diferentes, para empresas industriales, televisión y de repente se cruzó en mi camino el mundo de la moda. El nombre Karonte proviene de Caronte, mitología griega, era el botero de Hades que transportaba las almas de los muertos por el río Aqueronte”.
Para Alejandro Arias sus tres marcas no son solo un negocio, forman parte de su filosofía de vida, razón por la cual las lleva tatuadas en sus costillas. Además, el uso de la K no es al azar “la misma persona que me impulsó a crear Kolmillo me dijo que la letra K trae buena suerte y proyecta energía, y eso me quedó grabado, no he querido averiguar más porque quiero mantener en mi cabeza esa mística de la K”.
Según Alejandro, el motor de sus marcas es la perseverancia, un poco de rebeldía, libertad y convicción.
Mercado publicitario, competencia y fuentes de inspiración
Alejandro dice admirar y disfrutar de la competencia. “La competencia, siempre que sea leal, creo que es lo más saludable que puede pasar en la vida laboral, a mí me funciona, me impulsa, me gusta cuando veo agencias que hacen cosas innovadoras y me pregunto cómo lo hacen, investigo, te hace trabajar la mente y mantener el enfoque”, comenta, agregando que lo que más lo inspira es el contenido publicitario audiovisual y contenido cinematográfico, principalmente para ver las técnicas que se están usando.
Actualmente trabajan alrededor de 6 profesionales entre las 3 marcas. “Somos una manada versátil y multifuncional dentro de nuestro rubro, por lo que en un proyecto sabemos cómo desenvolvernos en cada área para lograr el mejor rendimiento del equipo en pos del cliente”.
Alejandro nos cuenta que lleva más de 10 años trabajando con algunas marcas que confían en el profesionalismo y esencia de Kolmillo, Karnivoro y Karonte. Los rubros en los que se desenvuelven sus marcas son variados:
“Trabajamos con clientes del área industrial y diseño como Metaldesign, del área audio Hi-Fi como TrueHifi, también con clientes del área retail o moda como Lorenzo di Pontti, Altoconcepto y Flea Market, más trabajos específicos para agencias de publicidad”.
“Para mí lo más importante es adoptar las marcas como una filosofía de vida, por eso las plasmé en mi piel, ya que es algo a lo cual no puedes traicionar, es una convicción de vida que se lleva en todo sentido”, concluye Alejandro.
Por Francisca Puga / Fotografía Cristóbal Pohlhammer