Nombre artístico “Cotecreate”. Un talento que vuela alto en Países Bajos.
El concepto “patiperra” calza a la perfección en María José Jara Veragua, y quien es más conocida como Cotecreate, su nombre artístico, además del de su estudio creativo.
Estudió publicidad con mención en marketing en la UNIACC, además de unas cuantas especializaciones y cuando terminó su tesis partió a Australia en 2016. Salvo las visitas a la familia, no volvió a establecerse en Chile…
“wow, el tiempo ha pasado volando”.
¿Por qué la partida?
Soy una persona curiosa. Siempre he querido ir por lo que me apasiona, he luchado por cumplir mis sueños o lo que de verdad anhelo. Y entre mis hobbies, aparte de la creación, el dibujo, la fotografía y el trekking, está el viajar, conocer gente y nuevas culturas.
Por otro lado, no soy competitiva ni me creo demasiado el cuento, por lo que me costaba muchísimo adaptarme a esa parte del mundillo de la publicidad. Con mi grupo creativo nos iba bien y ganamos concursos publicitarios por nuestro sello social, por la historia que contábamos y por el significado y conexión que hacíamos entre la publicidad convencional y la experiencia. Eso me gustaba, así que siempre supe que trabajaría independiente y que utilizaría mis conocimientos a favor de lo que considero importante. Es así como viajar y conocer otros puntos de vista, otra forma de vivir y ver las cosas estaba en mis planes sí o sí.
¿Por qué elegiste Australia… como tantos otros chilenos?
Australia es un país que se ha construido paso a paso con diferentes culturas, un país cosmopolita en el que encuentras todo tipo de historias. No tenía idea cuánto tiempo estaría afuera, tampoco sabía qué me esperaría profesionalmente después de esta experiencia.
Viaje a descubrir lugares y personas, y al final me terminé descubriendo a mí misma.
Sigamos con tu periplo, porque ahora te pillamos en Países Bajos…
Luego de viajar a diferentes países y vivir dos años en Australia tenía que tomar decisiones rápidas y arriesgadas, nada fácil, pues debía salir de la zona de confort. En Australia conocí a mi pololo holandés, con quien viajé a Países Bajos y donde decidimos vivir, porque yo le veía más oportunidades por el lado creativo.
Pensamos ir a vivir a una de las ciudades grandes y conocidas como Rotterdam, pero luego de investigar un poco me di cuenta que en el norte de Holanda existe una ciudad llamada Leeuwarden que en 2018 había sido nombrada la capital Europea del Arte y la Cultura y que desde ese minuto estaba creciendo en el desarrollo cultural y creativo”.
¿Cómo les fue con la adaptación? ¿El idioma?
Nos vinimos para acá en un arranque de locura y corazonada. Es difícil no conocer a nadie, era una ciudad nueva para mí y mi pololo, así que todo costó un poco más que lo que normalmente cuesta. Donde vivo se hablan dos lenguas oficiales: el neerlandés y el frisón.
En Países Bajos casi todos tienen un nivel de inglés muy alto, pero por no ser la lengua oficial eso hace que la comunicación sea menos cercana, además que el holandés es un idioma que toma muchos años en aprenderse bien.
¿Qué es lo que más te gusta de Leeuwarden?
Muchas cosas… lo que más me ha atraído de este lugar es la capacidad de crecer que otorga. Por supuesto requiere muchísimo trabajo entrar al círculo de gente que mueve todo en la ciudad, pero si haces bien tu trabajo la gente te recomienda muchísimo.
Me encanta también lo simple y directa que es la gente, lo linda que es la ciudad, cerca de mucha naturaleza, el respeto al espacio personal y a la salud mental. Otra cosa que me agrada es que puedo ir a trabajar en bicicleta, y que no tengo que tomar transporte público, salvo un tren para trasladarme a otras ciudades. Aquí para todo se usa la bicicleta, puedes ir a un matrimonio, a la reunión más formal del mundo y nadie lo juzga. Tampoco hay problema de usar la bicicleta cuando el clima es terrible: “no estamos hechos de azúcar”, dicen, así que no hay excusas.
¿Cómo es el mundillo publicitario o creativo en ese país?
Creo que el mundillo de la publicidad y el marketing se parece en todas partes del mundo, la diferencia es que aquí está más distribuido. En este país hay muchísimos emprendedores, varios de ellos son freelancers por lo que el mismo trabajo de una agencia de publicidad lo puede hacer alguien más pequeño y local lo cual me parece maravilloso.
La gente tiene la facultad de elegir y cambiar lo que le acomoda o representa, el trabajo es más personalizado y también más rápido y efectivo.
Por otro lado, las agencias grandes de acá son iguales que las grandes en Chile, con el mismo estrés, pero con mejores sueldos y si trabajas horas extras te las pagan, jajaja.
Cuando cuento que en Chile a veces no me dejaban ni almorzar, porque mi cliente quería los dientes de la persona en la gráfica un poco más blancos, o que me quedaba trabajando en la agencia muchas veces hasta las 1 AM, aquí nadie me la cree. Acá, ese tipo de cosas están más reguladas. En las agencias locales o freelancers es mejor, porque ellos controlan el flujo.
¿En qué consiste tu trabajo?
Trabajo en mi propio Studio creativo, se llama Cotecreate Studio, trabajando diferentes proyectos con enfoque social que involucran pensamiento estratégico y experiencia.
Hago esto mediante diferentes canales, pero principalmente usando el arte como medio de conexión. Trabajo con diferentes clientes quienes me presentan un problema o situación que tienen en particular con un grupo de personas en una situación convencional, en un evento o festival, y yo desarrollo una solución, generando engagement y creando una comunicación efectiva. Mis proyectos en general son a gran escala, pero a veces también trabajo en proyectos menores.
Me comentabas que te habían dado un premio, ¿no?
El 2020 fui nombrada, oficialmente, “Artista de la ciudad”, título que fue otorgado en mis primeros 8 meses viviendo en Países Bajos.
Había que presentar un proyecto a gran escala que hablara de multilingüismo, cientos de personas de la provincia de Friesland (11 ciudades) presentaron su proyecto, pero solo seleccionaron a tres, entre las que yo estaba, para presentarlo al jurado. No me lo esperaba por la falta de idioma, pero luego, un mes después de la presentación oficial me dieron el título que se da en diferentes ciudades de Países Bajos y que tienen un impacto cultural importante. Por primera vez es otorgado a un extranjero y por un periodo más largo (3 años, anteriormente, eran 2).
Bajo este título trabajé haciendo lo que más me gusta, proyectos sociales a gran escala que movilicen gente o entreguen un mensaje a una comunidad… todo esto en medio de la pandemia lo que fue un desafío doble.
¿El trabajo con qué marca te ha impresionado o llenado de satisfacción?
Uno de mis clientes grandes es el gobierno holandés, en específico, la provincia de Friesland (en el norte de Países Bajos). Hay muchos proyectos que he realizado con ellos para resolver temáticas sociales.
Pero si tengo que ir a un cliente específico diría que los emprendedores, dueños de tiendas en el centro de la ciudad donde vivo. Ellos tienen una organización en la que trabajan juntos y se ayudan mutuamente a crear oportunidades para llamar la atención. Ellos contactaron a una organización de streetart llamada “Writers block” y ellos como intermediarios contactaron a diferentes artistas. Fui a hablarles y les propuse una locura: que pasaría si pintáramos esta kilométrica calle para traer a todos los turistas a sacar fotos a este lugar, les gustó mucho la idea. Trabajamos juntos y luego también participé pintando la parte más grande de esta calle.
Que entretenido, ¿te hiciste aun más conocida en la ciudad?
Más allá de eso, esta idea salió publicada en prensa local, nacional e internacional, porque en ese momento (no sé si ahora cambió) era la calle europea pintada más larga.
Cada artista fue libre de elegir lo que quisiera trabajar como temática. Yo decidí hablar de diversidad, inclusión y de las diferencias que nos hacen únicos. Me gusta que mi arte me entregue la posibilidad de hablar de algo más importante y pensé que diversidad era algo que está instaurado en el cerebro de los holandeses, al menos más que en nuestro país.
Pero no todo salió como esperaba. Recibí amenazas homofóbicas durante los días en los que pinté esta larguísima calle. Me sorprendió muchísimo, de forma negativa, por supuesto.
Decidí enfrentar la situación, salimos en varias plataformas hablando del tema, los medios de comunicación cubrieron muchísimo lo que estaba pasando por lo que muchas personas se empezaron a unir. En tres días, ya existía la organización “pride Leeuwarden”, una demostración pacífica que buscaba crear con tiza el arcoíris kilométrico más grande que se haya pintado, demostrando que somos más los que apoyamos, que los que se manifiestan en contra. Fue increíble, en tres días logramos organizar a más de 500 personas que llegaron de todas partes del país. Familias, grupos de amigos y más. Lo más maravilloso es que se creó una comunidad y nos volvimos a unir todos en medio de la pandemia (por que sí, esto fue en pandemia)
¿Qué cosa te ha llamado la atención en Países Bajos?
Que sí existe discriminación hacia la comunidad LGBTQIA+ y también racismo. Es de una manera extraña y sutil, casi que ellos no se dan cuenta y si la escuchas, piensas que viene desde un lugar sano, sin mala intención, sin deseo de herir. Cuando vives aquí por un largo tiempo lo ves, lo sientes, es muy loco pues tenemos a Holanda idealizado en este aspecto, y por supuesto la situación es mejor, por lejos, que en países latinoamericanos.
¿Algo más?
La cantidad de impuestos que tenemos que pagar. Aquí, aprendí que para que algo funcione bien, hay que pagar muchísimo, jajaja. Pero vale la pena, creo que en Chile nos educan muy poco o nada sobre el sistema financiero, sobre impuestos o el cómo funciona económicamente un país. Aquí ayudan a la gente que tiene menos y hay programas para que puedan surgir sin tener que depender del estado todo el tiempo.
La gente entiende el poder que tienen sobre sus entidades gobernantes, “nosotros pagamos sus sueldos así que ellos tienen que ponernos como prioridad”, ése es el mindset que tienen los holandeses.
¿Qué aspectos de la cultura laboral en ese país podríamos adoptar en Chile?
El respeto por el espacio personal, si dices que tu hora de trabajo terminó, significa que terminó. Nadie se va a enojar o te va a manipular para terminar algo a última hora. El trabajo es trabajo, pero no consume tu vida, se trabaja eficientemente y bastante, pero no en el nivel que trabajamos en Chile. Acá los tiempos libres también son muy importantes para ser eficientes.
La salud mental se toma en serio.
Un poquito de chauvinismo… por allá, ¿qué piensan de Chile y los chilenos?
Más que de los chilenos, puedo referirme a una mirada de los latinos: tienen una idea súper estereotipada de nosotros y eso hace que te den opiniones de tu cultura basadas en películas mexicanas, la serie Narcos o el carnaval de Río. Para ellos, Latinoamérica es un lugar donde la gente baila llena de colores, siempre está bronceada, somos dramáticos, gran temperamento y tenemos clima tropical.
María José es patiperra, su trabajo es reconocido en Países Bajos, pero igual tiene entre sus metas personales trabajar en algunos proyectos en Chile. “Estoy muy agradecida de lo que tengo, pero mi corazón estaría más contento si pudiese también compartir mi talento y trabajo con mi propia gente”.
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