En ciertos grupos de personas, particularmente de estratos medios-altos del país, parece estar consolidándose un nuevo tipo de sociabilidad o forma de vincularse con otros, y que tiene como principal característica la posibilidad de establecer relaciones sociales mucho más flexibles o con menos exigencias.
Una de ellas es la consolidación del vivir solo como proyecto de vida. Muchas personas tienden crecientemente a preocuparse primero de sus proyectos personales, de alcanzar un estándar de vida autónoma, y luego de tener pareja o formar una familia.
Hace treinta años, los chilenos se casaban a los 25 años en promedio. Ahora, la cifra se elevó a los 32 años para las mujeres y los 35 para los hombres. Es la tasa más alta desde que el INE lleva los datos.
El aumento en la cantidad de hogares unipersonales es también una muestra de aquello. De acuerdo a la Cámara Chilena de la Construcción, más del 60% de los departamentos vendidos en los últimos años tienen un máximo de 50 metros cuadrados.
Como consecuencia, los lugares de reunión, especialmente entre pares, se trasladan desde los hogares hacia los espacios públicos como pubs, cafés y restaurantes.
El escaso tiempo libre es sin duda otro aspecto relevante. Según Chilescopio 2016, sólo 3 de cada 10 chilenos declara disponer de tiempo libre a menudo. Sin tiempo para el ocio, se hace difícil cultivar amistades o vínculos sociales más profundos. De hecho, las personas que declaran tener muchos amigos vienen desde hace varios años a la baja. Si en 2006 los chilenos reconocían tener en promedio 4,3 amigos cercanos, el 2015 el número bajó a 2,5.
Los altos índices de desconfianza hacia los demás son también un elemento a considerar. La incertidumbre que genera entablar relación con alguien que eventualmente pueda generar algún perjuicio o daño inhibe el establecimiento de mayores grados de compromiso con el otro.
Así, para un importante grupo de chilenos, se prefieren relaciones más funcionales y acotadas, que entreguen la sensación de un mayor grado de control sobre las mismas. No se está en condiciones de contar con suficiente espacio, de disponer de mucho tiempo, ni de establecer demasiado compromiso.
Por ello, les vienen bien elementos, espacios o dispositivos que los conecten con otros. El espacio virtual representa en ese sentido un importante lugar de encuentro para este grupo de personas. Y si bien internet y las redes sociales son hace rato espacios de sociabilidad, ahora parecen ir un paso más allá. No por nada los portales para encontrar pareja se hacen cada vez más populares en el país. Ni hablar del fenómeno Tinder.
Hace poco la country manager de un portal de citas online señalaba que en Chile hay más porcentaje de usuarios con estudios universitarios (sobre 80%) que la media de usuarios del resto de los países, argumentando que son individuos con una vida ajetreada laboralmente y que prefieren pagar una cuota mensual para tener su perfil online y poseer una alternativa más para buscar pareja.
Aunque no sólo las actividades on-line representan lugares de sociabilidad para estas personas. También los espacios de reuniones “casuales” que ofrece la ciudad, especialmente aquellos ligados al uso del tiempo libre. De esta forma, se prefiere crecientemente la posibilidad de elegir a priori el tipo de relación social que se quiere emprender. Es el vínculo por perfil, o el individuo escogiendo a la carta su propia sociabilidad.
Felipe Cáceres Merello
Director de Análisis e Innovación
Visión Humana