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Un Ojo (de Iberoamérica) chilensis

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Por: Maciel Campo

¿Qué tiene Buenos Aires que no tenga Santiago, Valparaíso, Concepción… para organizar un festival como “El Ojo de Iberoamérica”?: Nada.

Pasa que en Chile “le tenemos de todo”: un nivel de producción que Viña del Mar pone a prueba todos los años (¿recuerdan la escenografía que reprodujo el frontis del Casino con piletas de agua incluidas?), luminarias del discurso y la conducción (más empáticos que la pálida y oxigenada Lorena Toso), biotipos que van desde el chispeante y asertivo Jean Philippe Cretton (aunque sin experiencia publicitaria significativa) hasta Mario Kreutzberger (siempre reacio a la publicidad. Bueno… hasta que apareció Claro con una montaña de billetes verdes).

¡Claro que podríamos hacer un “Ojo” en Chilito lindo!, y hasta dos para no quedar tuertos. En Chile, también hay espacios para el lucimiento de egos descomunales, desfiles de telas estrafalarias y uno que otro curado insoportable que casi destruye una mesa estilo bonaerense-banguardista. También, podríamos comenzar no varios minutos tarde y con una primera presentación envasada, sino una o dos horas desfasados y con una proyección del charlista en realidad aumentada encima de la cúpula del Movistar Arena, para no ser menos digo yo.

Sí, nada podemos envidiarle a Argentina, en el estricto sentido de que nosotros también podríamos hacer “El Ojo”. Nada, a excepción de una historia publicitaria abrumadoramente más rica-profunda-arriesgada-admirada-reconocida-disruptiva-premiada-e-imitada …que la nuestra. Nada, a excepción de una creatividad que se exporta a otros continentes, incluidos los cerebros de los mismos pibes dueños de esa creatividad. Nada, a excepción de un buen número de altos Ejecutivos, CEOs y Estrategas que hoy son cabezas mundiales en redes con siglas de varias consonantes y pocas vocales.

Debo ser sincero. No me gusta Buenos Aires. ¡Qué Bombonera!… ¡Qué Boca!… ¡Qué River!… para estadios o equipos nos vamos a Alemania,  salvo el fabuloso Ateneo Grand Splendid, las librerías interminables de Corrientes y La Cabrera con sus deliciosos bifes chorizos, las callecitas de Buenos Aires tienen ese qué se yo… desordenado, sucio, lleno de mujeres en zancos terraplén, ¡qué terrible!, pero a ¿a quién le importa? Ni a Cristina le importa. Si con Gardel, Evita, El Che, Borges, Quino, Piazzola, les basta y de sobra.

Señoras y Señores, aunque duela. Ya no es solo Maradona (y eso que detesto el fútbol), ya no es solo el Papa (y eso que soy protestante), sino que ahora debemos sumar “El Ojo” a esa larga lista de diferencias entre chilenos y argentinos, reconozcámoslo. Ellos ganan. ¡Y qué más da!, si al final del camino, como dice la Biblia, todos volveremos al polvo, aunque probablemente el de ellos lucirá mejor y con más personalidad.

Pero veamos lo bueno. Es cómodo, menos angustiante e inmensamente significativo, tener un evento a un par de montañas de distancia y en nuestra lengua. Gracias a Dios Brasil no discurrió en producir algo como “El Ojo” hace 20 años atrás, de haber pasado, hoy todos estaríamos aprendiendo portugués con la misma urgencia en que el “english” ya no es necesario… sino de vida o muerte (publicitariamente hablando). En este sentido tal vez sea un consuelo observar que una vez más  Brasil se posiciona entre los grandes, con el pedazo más inmenso y gravitante de la torta a repartir este año en laureles, trofeos y oropeles; 38 Oros dentro de las 50 agencias más premiadas, con “Africa” como la mejor agencia del año, muchos más que Argentina (15 Oros) -¡¡Ufff!!… qué alivio observar que Argentina pierda en algo ¿no?-. ¿Y Chile?… ehhh… bueno… 4 oritos.

Es que se hace urgente para nuestro país sacudirse la inferioridad, enterrar el concepto de la franja angosta y larga (que bordea Argentina). Esa  ruidosa y majadera idea de que somos un país chico, medio desértico, de mineros, de copas Américas (pero no de copas mundiales). ¿Por qué esa auto-imagen tan deslavada y como diría Neruda anclada a lo telúrico? ¿O ustedes ven preocupados a los suecos o a los israelitas por un territorio equivalente al de Antofagasta?.

Estoy convencido que cuando Chile se reconozca como un país sin complejos, menos fatalista como nación, agradecido de su historia, con menos cosas que atesorar y más fe que guardar, solo entonces, tendremos clientes que confíen más en sus agencias y surgirán campañas que se atrevan a desafiar los convencionalismos, desarrollar contenido y asumir las nuevas tecnologías de manera seria e ilustrada, y de paso, tendremos Escuelas de Publicidad que se verán obligadas a brindar a sus alumnos una visión del “Advertising” completa y realista, preparándoles no para ganar una licitación trucha, sino para conquistar el mundo con ideas de verdad.

Seamos sinceros, ¿era necesario entregar más de medio millón de estatuillas en El Ojo? No. Todo ello solo responde a un modelo económico que se está haciendo latero y gangrenoso. De muestra la vergonzosa entrega hace 3 años de lo que se denominó “El Ojo TNT” (Entre otros: Mejor “Efecto Picando Cebolla”, Mejor “Nunca Te Cruzarías Con Alguien Así en un Ascensor” -WHAT IS THIS!!- Sí, tal cual). Gracias a Dios debut y despedida para esta innovación. Nunca más se supo de estos Ojos en versiones posteriores. Y atención Ojo de Iberoamérica, tus mismos conferencistas desde hace tiempo vienen haciendo un llamado de atención respecto al verdadero foco que la publicidad inteligente, efectiva y creativa debe tener, más aún considerando el poderoso punto de inflexión en el que Latinoamérica se encuentra, frente a un mundo (el Viejo y Gringolandia) que cada vez más y sin complejo alguno, abduce cerebros, estrategias y contenidos creativos desde estas latitudes.

¡Ahhh!… lo olvidaba. En general estuvo más o menos “El Ojo”. Y si Chile fuera otro y tuviéramos el nuestro, habría estado mucho mejor. Hasta Enrique Maluenda habría lucido más colorido bajo esas luces (¡Qué desabrida la Toso!).

FICHA TÉCNICA

Ojo de Iberoamérica 2017, 20 años. “Ver más allá.”

8 – 10 de noviembre.

Hotel Hilton, Buenos Aires. Argentina.

Asistentes

Más de 2800 personas (Sí, se notaron sobre todo en los cócteles).

Piezas inscritas

Como 3000 (¿Escuchas la caja registradora?).

Jurados

300 (como los de Esparta pero sin los FX).

Conferencistas internacionales

33* si los dedos no me fallan (Pero a diferencia de los mineros, aquí “No todos estaban bien en el refugio”).

*38 si contamos a los que estuvieron básicamente como floreros de mesa.

Mejor Agencia de Iberoamérica

AFRICA (Brasil). 29 metales. (Brasil, sí, para variar).

Mejor Campaña

“Price on the jersey” para Walmart Brasil. Agencia: DM9DDB Brasil (para variar II). 9 Oros.

Mejor Director Creativo

Sergio Gordilho. Brasil (para variar III).

Mejor Red

DDB Latina (no se pregunten si esto incluye a DDB Brasil).

Mejor realizador

Nico Pérez Veiga (Primo*).

*Ojo**, no es que sea primo de alguien, “Primo” es el nombre de la Productora.

**No en referencia al “Ojo de Iberoamérica” sino simplemente a “tener ojo”.

Mejor Productora

Primo (¿quedaron claros los asteriscos de más arriba?).

Mejor anunciante

Netflix (Alguna duda).

 

ESCALA MACIMÉTRICA

¡HURRAS Y VÍTORES!:

La constatación de un buen número de cabezas latinoamericanas en las grandes redes publicitarias internacionales.

CHAPÓ:

Para “Greenpeace” que sin recibir ni un solo premio este año, se dio el lujo de irrumpir en el escenario en plena conferencia “Vendiendo lo que se vende solo. 20 años de Coca-Cola”, para reclamar por la forma en que The Coca-Cola Company por medio de su marca “Sprite” está arrasando con los bosques en el sur de argentina. Por lo visto “la imagen y también la sed es nada… la deforestación es todo”.

OKEY… APROBADO:

El “Grand Prix Mobile” para la agencia chilena Raya por su campaña “La última llamada”, destinada a promover la donación de órganos de la Corporación del Trasplante.

MAOMETANO, NO MORE:

Un buen número de conferencistas olvidables. Probablemente genios en gestión y dirección de equipos… pero pésimos expositores.

SOPA DE NATRE:

Además del único Grand Prix obtenido por Chile, sólo un puñado de estatuillas pequeñitas más.

TUMOR YODA:

Un montón de piezas con más de 2 o 3 minutos de duración o gráficas con mensaje alambicado, confeccionadas por publicistas para publicistas,  y que a todas luces, se ven como truchos, huelen a truchos, saben a truchos, se sienten a truchos y por lo tanto lo más probable (en un 99,99 % periódico)… sean TRUCHOS.

YOGURT DE AJO:

Casi el medio millón de estatuillas entregadas por concepto de un montón de categorías y que obedecen más bien a un factor económico que a un real reconocimiento a la creatividad iberoamericana.

YOGURT DE AJO PLUS:

Un pulpo ordinario en papel mache colgado en la antesala al salón de conferencias y que se supone escondía tremendas sorpresas. Resultado final: la típica piñata llena no más allá de la mitad con unos típicos candy amarillo crepúsculo.