Una gran tienda del retail nacional anunció que dejará de imprimir sus tradicionales catálogos de venta, los que abultaban considerablemente los periódicos del fin de semana. Esta nueva tendencia, mezcla de ecología encubierta o principalmente la necesidad de adaptarse a la tendencia del mundo digital, ha movido también a la industria de la fotografía a enfocarse a este nuevo suceso.
Una gran cantidad de variables en torno al creciente desarrollo de internet, como mejoras e incorporaciones de aplicaciones en las redes sociales; la increíble cantidad de smarthphones activos en el país, que en estos momentos según estudios del año 2018 de WeAreSocial, tiene una representación de un 141% de la población, es decir 1,4 celulares por persona, esto incide en el mayor interés de las personas a conectarse con el mundo a través de la web. Todo esto ha permitido que el e-commerce se haya consolidado como la forma de “vitrinear” y comprar productos hoy en día. Y esto también a llevado a la fotografía tradicional a adaptarse a esta nueva realidad, encontrando en la fotografía 360 de productos, el recurso más apropiado para este requerimiento.
La fotografía 360 aparece en un comienzo como un método de poder mostrar lo más real posible el entorno que se estaba registrando, capturando una serie de imágenes sucesivas y traslapadas sobre un mismo eje, dando forma a las afamadas panorámicas. Para lo cual existen una cantidad de software, e incluso los smarthphone más básicos, los realizan con una rapidez y calidad asombrosa. Pero no bastaba mirar solo alrededor de nuestro entorno, se necesitaba poder observar un elemento cualquiera por todos sus lados, tal cual como si lo tuviéramos frente a nosotros o lo tuviésemos en nuestras manos de la misma forma que lo hacemos cuando alzamos un producto en un local comercial, así nace la fotografía interactiva 360 de producto o imagen 3D, la cual nos permite recorrer a nuestra voluntad y ver un producto desde todos sus ángulos desde las pantallas de nuestros aparatos.
Las imágenes interactivas 360 de productos han creado una nueva experiencia de compra en los consumidores, los cuales pueden acceder en el momento que deseen a los catálogos virtuales a través de sus diferentes plataformas, principalmente desde sus smarthphones y desde la tranquilidad del lugar en que estén. Ahora pueden recorrer el producto y mirarlo desde todos sus ángulos posibles, incluso hacer acercamientos en zonas ya designadas. Más del 60% de las personas prefieren ver una fotografía interactiva que una tradicional, pues la información es mucho más fidedigna como lo es en la realidad, ya que aporta mucha más información que la tradicional imagen en dos dimensiones e incluso que el texto que generalmente acompaña al producto exhibido. Y no solo es una ventaja para el potencial comprador, sino también para el comerciante que obtiene mayores satisfacciones en sus clientes con menos devoluciones en sus ventas. En Chile ya son varios los retailers que han incorporado esta tecnología para exhibir fotográficamente sus productos.
La sistemática evolución que está registrando en este último este arte-oficio, ha desarrollado una nueva técnica: la fotografía automatizada. Resultado sin lugar a dudas por el advenimiento de tecnologías y desarrollos relacionadas con lo digital. Esto implica que ya no basta con los conocimientos y destrezas que tengan los profesionales, sino que los estudios fotográficos deben adquirir y depender nuevamente de tecnologías, aparatos y sofisticados software para poder obtener el resultado que esperan y que el mercado les exige.
Podría ser que en un corto tiempo la IA incorporada a estas tecnologías podrá deducir ajustes, encuadres, iluminación y todas las variables necesarias para lograr la imagen perfecta según las características pertinentes del producto, del target del público al cual queremos llegar y la estrategia comunicacional desarrollada. Afortunadamente esto es ficción todavía; por eso el gran desafío que debemos enfrentar hoy en día los fotógrafos contra esta nueva técnica, será el intervenir en el resultado que obtiene la fotografía automatizada, imponiendo nosotros nuestras experticias y criterios para conseguir imágenes más atractivas y seductoras para los asiduos espectadores de catálogos virtuales.
Por Cristián Navarro Ugarte / Publicista, fotógrafo