El smarthphone es, sin duda alguna, el dispositivo que más ha cambiado nuestras vidas. Todo el mundo en la palma de mi mano y ahora ya, hace que de a poco vaya cambiando mi propia percepción del tiempo.
Pero no todo puede funcionar a la velocidad de un click.
El ser humano, como parte integrada de la naturaleza tiene ritmos y tiempos distintos, a veces lentos, a veces menos lentos y algunas veces los procesos son rápidos o casi inmediatos.
La sensación de impaciencia, inseguridad, ansiedad comienza a hacerse presente en cada persona, cada trabajador y por ende en cada empresa. La sensación de algo está pasando y me lo estoy perdiendo, me estoy quedando afuera de algo, me estoy perdiendo algo, genera incluso miedo. Personas que empiezan a vivir con miedo. (FOMO, fear of missing out, y FOBO, fear of better options, nuevas patologías que empiezan a diagnosticarse). Miedo a creer que me estoy quedando afuera de algo que en alguna parte está sucediendo y el miedo a que hay mejores opciones que la que yo estoy viviendo en este momento. Por eso tengo que revisar continuamente mi Smartphone. No para ver si alguien me llamó (por eso enfatizo en Smartphone y no solo teléfono celular). Cuanta más ansiedad y stress, más continuos son los chequeos de Facebook, Instagram, Twitter, WhatsApp y correos.
Hasta aquí podríamos decir que, con este hecho, no se generan mayores inconvenientes a nivel de conexión o relación social, salvo los continuos alegatos de los cercanos que te dicen “¡¡estás todo el día pendiente del celular”!! (Aquí uno justifica y dice: es por pega!!).
Lo verdaderamente complejo es lo que sucede con este continuo check. 10 correos, 10 twits, 10 historias Instagram, 10 whatApps,10 posteos de Facebook, 10 nuevos videos de youtube, 10 podcasts, 10 blogs,10 noticias en Bio Bio, Emol y Lun, son un número importante de cosas que chequear, por lo que sólo lo hago “por encimita”. Sólo titulares, sólo asunto de correo. No tengo tiempo de hacer doble click. No tengo tiempo de profundizar nada… y la vida va transcurriendo así. Sin profundizar nada. “Por encimita”. Lo malo es que nos acostumbramos a ello y perdemos un don maravilloso que se llama: TOTALIDAD.
Estar al 100 donde y cuando tengo que estar. Si estoy comiendo, pues que así sea. Si estoy conversando, estar conversando. Atreverse a desarrollar la profundidad (da miedo, aparecen inmediatamente el FOMO y el FOBO). Podrás imaginar la cantidad de situaciones, hechos o momentos que tal vez nos perdimos por estar en modo “desatención plena”
La habitualidad de lo superficial” por encimita” no sólo te va acostumbrando a una relación superficial con otros, sino también contigo mismo, contigo misma.
Te invito a probar. Probar una vida en totalidad, plenitud, profundidad. Consciente de cada momento. A una escucha consciente del otro y de lo que a ti te pasa. A vivir los momentos, antes insignificantes, como verdaderos regalos que queremos disfrutar.. Puede que te sorprendas. Puede que te maravilles y que experimentes algo mucho más duradero que la sonrisa que te sacó un meme o el like que te pusieron a ese plato que se veía exquisito, pero que de verdad no disfrutaste.
Por Gregorio Fernández V. / Profesor Publicidad UC /Director Colegio de publicistas.