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Vendemos humo que llevamos a la realidad juntos.

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Está claro que en el imaginario colectivo de la publicidad gran parte de las ideas son confusas, o como le dicen los gringos, solo son “vaporware”. Lo que no está tan claro, es que de algún lado deben surgir, que algunas si se vuelven sustantivas y todas necesitan de la ayuda de personas para hacerlas. Donde el equipo humano, el “humanware”, es quién hace el trabajo pesado.

Hace unos meses tuve la suerte fortuita de aprender con un fracaso – de esos que te hacen pensar why y que ningún boliche está 100% seguro de evitar, que no hay un golden cow o unicornio, como esos que vemos desde Silicon Valley… no en nuestra industria, no en Chile.

El comentario en las redes (no tan sociales) apunta siempre al más grande. Goliat es el culpable – termina con el empleado sufriendo más que cualquiera. Se forman grupos de autoayuda y las pirañas aparecen. ¿Será que tenemos todos un problema? No solo quien falla con un concepto, si no también la cultura-industrial que frena la ideación de nuevas oportunidades para los profesionales creativos.

¿Qué pasa con el deseo de crear para fabricar ilusión; con la esperanza de transformar el vapor en hielo y mantenerlo para que no se convierta en agua?

En el mundo de la innovación (donde viven las startups) existe esta red de apoyo que fomenta el aprendizaje en caída. ¿Qué nos faltará para avanzar en este sendero?

A todo el que ha fracasado, le preguntan si volverá a abrir una nueva agencia… como si en el único lugar donde existiera un espacio, al servicio productivo de la campaña de menos de 5 segundos de atención. Una ejecución precoz de estrategia que en su fondo es solo táctica; discutimos en mesas de eficiencia sin mediciones o atribuciones de ventas trazables o la creación de nuevos servicios de valor para los clientes y los consumidores.

Para qué hablar del mercado – donde no se pasan el día debatiendo sobre el moralismo y la cosificación creativa de una propuesta como lo hacemos los que vemos la publicidad, el marketing y la tecnología como una forma de expresión. Esto no es filosofía o política, es acción.

Entre la bruma y la claridad de una idea creo que debemos buscar solo una verdad. Seguir innovando. Sin perjuicio ni daño moral a quienes perciben nuestra ocupación como el dibujar monos, redactar 140 caracteres o escribir líneas de código  – es mucho más que eso. Es vender humo.

Por Francisco Kemeny